domingo, 15 de junio de 2008

Ver para creer


Hay cosas que hay que verlas, que no se pueden explicar.

"La Isla Desierta" es una de ellas.

Uno llega, saca el ticket, forma la fila y, cuando es el momento de entrar a la sala, nos hacen tomar del hombro para no perdernos como si fuéramos alumnos de primaria.

¿Cómo es eso de "no perdernos"?

Porque una vez que se ingresa a la sala, la oscuridad total nos abrazará durante los próximos 60 minutos.

Seguimos caminado por un corredor todo oscuro donde el temor a golpearnos nos invade.

Dan ganas de expresar ese sentimiento en voz alta, pero uno se contiene para no pasar verguenza. Otros no lo pueden evitar y se ríen de los nervios.

Por allí aparece un cortinado lleno de estrellas luminosas. Es todo lo que veremos hasta volver a la oscuridad completa nuevamente.

Nuestro guía nos indica que ahí nos detendremos. Nos dice que al costado nuestro podemos tantear unos asientos y que nos hagamos dueño de ellos. Es lo único que trae un poco más de seguridad en este momento de desesperación.

De fondo, una relajante melodía interpretada por un piano.

Sigue entrando el público a la sala y, una vez todos acomodados, un tango toma el lugar que venía ocupando el piano y comienza la función.

El tango, el ruido del tipeo en máquinas de escribir, el olor a café, pasos apresurados, llamadas telefónicas y voces bajitas. Todo nos indica, sin ver ni una sola imagen, que estamos en una oficina en Buenos Aires. Y la cabeza gira tratando de averiguar de dónde provienen todos esos riudos, esos olores, esas voces, aquí y allá, pero no podemos ver nada. Sólo imaginar.

Y ahí comienza a tomar vuelo la obra. También, comienza a tomar vuelo nuestra imaginación.

Pasaremos por una isla paradisíaca, sufriremos vientos fuertes, caerán lluvias intensas, sentiremos la presencia de animales salvajes, nos encontraremos en medio de un mercado oriental, en un rito en una jungla donde todo es posible. Todo eso y mucho más.

¿Estaremos ahí o sólo será nuestra imaginación? ¿Es seguro donde estoy o sólo es mi cabeza?

La historia continúa y llega a su final.

Muy suavemente se encenderán las luces y podremos tomar conciencia de dónde estamos realmente. ¿Era eso lo que imaginábamos o nos parece que estábamos en otro lugar?

Es imposible dejar de aplaudir y sentir una enorme satisfacción no sólo por la experiencia vivida, sino también por lo que éstos actores nos hicieron sentir. Quiero seguir aplaudiendo y que mi sonrisa de orgullo y respeto por estos actores no se acabe nunca.

Sin embargo, es imposible dejar de pensar en todo momento que la vista no es tan importante cómo creemos, que hay otros sentidos que no los desarrollamos tanto y que nos pueden dar tanta satisfacción como la propia visión.

También, es imposible dejar de pensar en todo momento, qué sienten aquellas personas que carecen del sentido de la visión.

Con el teatro Ciego como técnica, "La Isla Desierta" (basada en la obra de Roberto Arlt) hace siete años que está en cartel y ya cumplió mil funciones.

Bajo la dirección de Juan Martín Muiño y la actuación del grupo "Ojcuro", integrado por un elenco (en parte) por actores no videntes, esta obra innovadora, diferente y muy particular hace que uno transite sensaciones olfativas, táctiles y auditivas donde la imposibilidad de imágenes exija al espectador un ejercicio de los otros sentidos, único y revelador.

No hay comentarios: